Mariano Rajoy practicó el arte de desnudar la retórica de Podemos, mucho antes de que el chalé la hiciera evidente, con una finezza que hasta hacía reír a Pablo Iglesias. “Si a usted le vota la gente, ¿a mí quién me vota?” le soltó irónico al jefe podemita durante un pleno, ante la risotada de este. Coqueteo intelectual unas veces. Polarizar el debate para liquidar al PSOE, las otras. Pero Rajoy detestaba de fondo las lecciones de Iglesias. Tanto así, que en su investidura de 2016, con la protesta en la calle por la reedición del Partido Popular al frente del Gobierno, el conservador le espetó: “Quizá usted no les representa porque usted está aquí y siguen manifestándose ahí fuera“. El sábado, llamados frente al Tribunal Supremo.
Pues sin saberlo, o sabiendas, detectó el veterano expresidente el talón de Aquiles de un partido que en su momento hizo del descrédito de los ciudadanos hacia la cloaca, la Justicia y las instituciones una forma de capitalizar votos, pasando después a fiscalizar al PSOE y no trascender como comparsa de Pedro Sánchez, exigiendo ahora sus condiciones. Eso, a galope del potencial fiasco de fiar la resurrección de su protagonismo político al co-gobierno de izquierdas mediante la aprobación de unos presupuestos que desdeñan ahora abiertamente los indepes –pese al viaje de Pablo a la prisión de Lledoners, cual vicepresidente.
Y no sólo es eso. La formación morada a menudo rezuma su viejo dilema sobre si la entrada en las instituciones debe ir acompañada de la movilización callejera para diferenciarse de su partido hermano y visibilizar la desafección hacia estas, que ellos mismos representan. O si complementario, urge centrarse sólo en reducir esa desazón endémica desde el trabajo en el parlamento –dado que son diputados, no sólo integrantes de movimientos sociales o del 15-M. Pasó con las pensiones – Íñigo Errejón e Iglesias acompañaron a los jubilados frente al Congreso– pasa con las hipotecas.
Muestra de que quedar como fuerza de choque entraña riesgos en un sistema de representación indirecta es el regate de Sánchez. Después de que Podemos anunciara que “acompañaría al pueblo” a las puertas del Supremo, el presidente se personó en el atril de Moncloa con su real decreto bajo el brazo para que la banca pague en adelante el impuesto. Y la respuesta al ser preguntado por sus colegas. “Cada partido es libre de hacer oposición como considere, yo creo que hay que actuar a través de las instituciones”. Jaque, puesto que la formación podemista llegó a proponer hace unos meses una iniciativa para suprimir impuestos relativos –poco se recuerda.
No por que sí los socialistas empiezan a recuperar parte de voto deglutiendo a la formación morada y movilizando abstencionistas de izquierdas. Debería no obviar entonces Podemos que los ciudadanos más despolitizados valoran resultados, no intangibles, pues una parte de la ciudadanía no abunda a menudo en esa relevante concepción de la vida pública, propia de la libertad positiva, según la cual satisfacen parte de la virtud democrática participando en los espacios comunes, la movilización, la pancarta, la queja. Aunque Iglesias prometía ya nuevas medidas concretas a través de un hilo de Twitter.
Si bien, para el socialista también hay consejo de Rajoy en la hemeroteca, que señala lo pernicioso de gobernar a golpe de malestar callejero –por mucho que neglijesen otros poderes. “Cada uno tiene que mantener su esencia, el PSOE no debe querer ser lo que nunca ha sido. Es un partido socialdemócrata y dependerá de lo que hagamos entre todos en adelante” me respondió el expresidente el 25 de octubre de 2016 en Moncloa, sobre si la abstención de los socialistas en su investidura podía alentar la pujanza de aquella formación morada que el advertía como “radical, extremista, populista”.
Porque más allá de que Sánchez se gane el titular de precampaña atizando a la banca, no puede garantizar que el impuesto no sea trasladado a los usuarios. “Apelo a la responsabilidad del sector financiero“, dijo. Mi Twiter, a punto de estallar entre risas. ¿Por qué sino, presidente, congeló usted el impuesto bancario para pagar las pensiones?. Eco Sin embargo, qué poco ha tardado el habitante de Moncloa en poner la legislación al servicio de un posible que permitirá subir unos puntos en las encuestas.
Pero cuidado. Camino a casa, recuerdo a un conocido que hace unos días reflexionaba sobre que la derecha de centro- moderada, PP y Cs, debían ejercer de “centinelas de la noche” para frenar la pujanza de Vox. Aunque yo pensé una explicación alternativa a esta. Pues es en ocasiones el hundimiento del crédito en los proyectos de izquierda –por variopintos motivos, ejemplos hay en escenarios como Brasil o Grecia– la palanca necesaria para el estallido de la derecha más extrema. Esto es: que agitar la desafección suprema puede ser en el mejor de los casos un juego de suma cero, pero muy probablemente, negativo para una democracia cargada del cansino cortoplacismo electoralista.