Desde hace tiempo, los dirigentes independentistas carecen de “accountability” (rendición de cuentas), esto es, reconocer claramente ante su electorado el fracaso del año anterior. Eso genera un círculo infernal de consecuencias muy lesivas, donde cautivos de sus promesas poco realistas del 21-D, se les increpa desde la calle y las asociaciones civiles. Pero los que chillan o más se visibilizan no son representantes de la ciudadanía: de eso previene la democracia representativa. Elecciones autonómicas, con mucha probabilidad, en 2019.