Agotar la legislatura hasta 2020 ha dejado de ser un fin en sí mismo para los habitantes de la Moncloa. El objetivo principal es ya tratar de amarrar el Gobierno y la gobernabilidad tras la siguiente convocatoria electoral, que se prevé más pronto que tarde, quizás hacia la primavera y con preferencia a después de las municipales y autonómicas –en las que el Ejecutivo podrá rentabilizar la visibilidad de contar con el BOE y el Consejo de Ministros. Para ello, Pablo Iglesias necesita quitarse la espita de 2016 y demostrar que puede convivir con el PSOE. Y Pedro Sánchez lucha por demostrar a la Unión Europea y a una mayoría de ciudadanos españoles que puede compaginar estabilidad con acción política, atributos para situarse como primera fuerza. Todo ello, más allá del ‘no’ a Mariano Rajoy, que aglutinó a los ‘indepes’ y PNV en la moción de censura. Los presupuestos generales de 2019 tienen la llave.